“La comunicación no sólo se establece con palabras. En realidad, la palabra representa apenas un 7% por ciento de la capacidad de influir en los demás” [1]. Este postulado nace de investigaciones neurolingüísticas que también afirman que el tono de voz y el lenguaje corporal, representan un 38% y un 55% de este poder.
El lenguaje corporal es un componente innato del hombre en su capacidad de comunicación, que se percibe a nivel inconsciente. Cuando observamos a un orador nos atrapa o nos aburre, nos gusta o nos cae antipático, no nos detenemos a observar hacia dónde dirigió la mirada, cómo movió las manos o de qué manera se desplazó; a menos que estemos cursando oratoria.
A veces lo que se dice con las palabras es lo contrario de lo que se comunica con el lenguaje corporal, pensemos en un orador que está diciendo su discurso y observamos que se para, se sienta, que mueve mucho un pie y hace ruido con los zapatos, que tiene cara de terror, que mira todo el tiempo al piso y al final del discurso dice: “Me sentí muy cómodo en esta charla”, es probable que la mayoría de las personas del auditorio no le creamos.
Los componentes del lenguaje corporal son los movimientos de manos y brazos, la postura corporal, el desplazamiento, la mirada y las expresiones del rostro.
Ademanes
Muchas personas que empiezan a explorar su lenguaje corporal se encuentran ante la pregunta ¿Qué hago con las manos? El movimiento de las manos debe servir para apoyar la idea que se esta diciendo con las palabras. “Las palabras deben ser acompañadas con el gesto que mejor expresa los sentimientos y emociones. Los ademanes no deben ser artificiales ni mecánicos”[2].
Lo principal es no realizar movimientos que distraigan la atención del auditorio y que no tengan relación con lo que se esta diciendo con las palabras. “Ante todo hay que evitar los gestos y actividades sin sentido u objetivo, como movimiento de brazos o cabeza que no se corresponden con lo que se está diciendo”[3].
Hay movimientos de las manos que tienen determinados significados, pero no hay que ser taxativos, ya que en la significación tiene mucho que ver el contexto de la situación comunicativa. Además cada persona posee ademanes de acuerdo a su edad, formación y personalidad, al respeto Ander Egg dice que los ademanes “son individuales y expresan la propia personalidad. Su uso correcto depende en gran medida de las costumbres”[4].
Expresiones del rostro
El orador a través de sus expresiones faciales refleja su personalidad y sus estados de ánimo. Cuando estamos frente a un orador que a través de su cara nos refleja disposición, buen humor, alegría seguramente lo escucharemos con más atención que a uno que proyecte mal humor, cansancio o tedio. “Cuando se trata de una conferencia o discurso donde el auditorio puede ver el rostro del conferenciante, puede decirse que la gente esta oyendo el rostro y la palabra. El movimiento de los músculos faciales, expresando alegría u otras emociones, tiene un efecto comunicativo y contagioso”[5].
También la sonrisa es un elemento muy importante para demostrar buena predisposición y emanar buena energía hacia el público. “La sonrisa en oratoria significa amabilidad, agradecimiento al público por su presencia, aceptación y respeto”[6].
Cabe destacar, que la sonrisa nunca debe ser forzada sino que debe reflejar un sentimiento genuino de querer empatizar con el público y darle algo a través del discurso. “Con la sonrisa, como acto innato, trasmitimos nuestra realidad interior, por eso no debemos forzarla. Usarla al comienzo de la conferencia y también al cerrarla, pero no indiscriminadamente o fuera de contexto. Natural y espontánea”[7].
Mirada
Cuando se habla en público la mirada juega un papel fundamental para la conexión entre el orador y la audiencia. El público necesita que lo miren para saber que el discurso es para ellos y sentirse participes de la situación de comunicación.
“Una mirada franca y directa es la señal más clara para expresar que se ha entablado un contacto con el interlocutor y que complace el encuentro”[8].
Es importante que la mirada vaya hacia toda la audiencia, mirando de a ratos a uno y otro sector, según la disposición del lugar. “Hemos aconsejado una mirada abarcativa, panorámica al comenzar la conferencia, luego, con el correr del tiempo, puede mirar a uno del público para conseguir su aprobación gestual y reafirmar su seguridad y tranquilidad”[9].
Eje o postura
¿Qué significa estar en el eje?
Significa que el cuerpo está centrado, derecho; que el peso del cuerpo no se fue hacia un costado u otro, y que no este apoyado en una pierna. El cuerpo en el eje da una sensación de seguridad, manejo del cuerpo y autoridad. “Los oradores inexpertos se balancean, apoyándose alternativamente en un pie y luego en el otro, en forma interminable y constante. También suelen oscilar de atrás hacia delante, poniéndose en puntas de pie”[10]. La postura que debe tener el orador es derecho con la cabeza mirando hacia delante y con el pecho orientado al público.
[2] ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Ed. Lumen. Buenos Aires, 2006.
[6] DI BARTOLO, Ignacio; BUSTAMANTE, Alberto; HENRY, Eugenio Luis; et alii. Para aprender a hablar en público. Ed. El Corregidor. Buenos Aires, 2006.
[10] ANDER-EGG, Ezequiel; AGUILAR, María José. Para aprender a hablar en público. Ed. Lumen. Buenos Aires, 2006.
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